El regreso del profeta madrileño
Por Adrián Gómez (@Adri_DMC)
Nadie es profeta en su tierra, o eso dice el refranero castizo. Pero se contemplan excepciones y, desde luego, Chaman es una de ellas. Cuando eramos jóvenes todos nos sentíamos identificados con una música, un género, uno o varios artistas. Yo recuerdo, por aquél entonces, escuchar las letras de artistas como Charlie, que nos relataban en tono canalla lo que pasaba en los barrios. Grupos como Dolcce Rotta, que te aportaban la musicalidad y la voz más reivindicativa de los bloques. Un joven Crema, que nos dejaba sorprendidos con la forma de hilar versos. Y recuerdo el sonido de Chaman relatando con fiabilidad cada palmo, cada anécdota y cada vida desamparada en la capital. Era un sonido sincero. Iba más allá del estilo de rap más estricto, puesto a que se combinaba con sonidos naturales y se disfrazaba de música de cantautor. Era un profeta.
De padre madrileño y madre manchega, como dice en su canción Libra. Orgulloso de sus raíces y humilde a estas alturas. En pleno 2018, regresa con trabajo en solitario y sin complejos. Diciendo las verdades de antaño, pero contando las vivencias del ahora. Fiel a su estilo y renovando su mensaje. El tiempo pasa por todos y es el momento de mirar con una lente más madura. Se me antoja una tarea complicada, conseguir sonar fresco antes y ahora, con el aluvión de nuevas tendencias. Chaman lo ha conseguido.
Arousal es su nuevo trabajo. 11 Cortes cara a cara con el micrófono, del cuaderno a la pecera. Y estoy seguro que se trata de un artista que todavía hoy utiliza la libreta y el boli, ya que sus historias son vivencias y el momento de anotarlas no se decide. Cuantas servilletas de bar, hojas de apuntes o tapas de libros habrán soportado el talento de sus letras. Cuantos jóvenes, cuantas vidas y cuantas mentes se habrán sentido identificadas con su sonido. Gracias por volver, profeta.