Murcia Finest en Madrid [CRÓNICA]: La Gran Familia

Murcia Finest apedreó la Sala Independance con un directo imparable, una conexión eléctrica de todos sus miembros y una capacidad única para transmitir de tú a tú con el de enfrente

Imágenes por @ajxta // Crónica por @Adri_DMC

La mayoría de los seres, humanos y no humanos, tenemos conductas irracionales por mucho que nos empeñemos en demostrar lo contrario. En la mayoría de los casos nos guíamos por impulsos y asumimos después las consecuencias. Buenas o malas, pero consecuencias al fin y al cabo. En eso se basa nuestro día a día. Por impulsos acabas bajándote un vaso, hablándole al oído a la persona que te gusta o conociendo a un par de amigos con los que no te imaginas que años después formarás una familia: La Gran Familia.

Precisamente, esto último es lo que simboliza Murcia Finest sobre el escenario. Desde los engranajes está Jayder, la cabeza pensante y presente en todo lo que se gesta en La Kasika. Quizás el más racional y ténue, capaz de adaptarse a cada uno de los demás miembros. Al frente de la familia, no podía ser de otra manera: Alex Orellana. El maestro sentando cátedra. La biblioteca de autor y el conocimiento estricto de esto a lo que llaman ahora urbano. Luego andan los hermanos malditos, amantes de lo oscuro y capaces de hacerte sangrar con dos cuchilladas de verso. Son Jaro Cristo y Sin H, cuya unión simbolizó para muchos el volver a poner de manifiesto las artes oscuras de nuestro género. David Escavy es la energía y el poderío, el esfuerzo y la constancia, la revelación junto a Tweaz de la escena murciana en los últimos años. J Higgz se levanta como el aventajado. Solo actúa para romperlo y dejar claro que pertenece a otra liga, mientras que Piezas siempre será la madre de la familia. El primero en salir y empujar al resto. En eso consiste la gran familia, en caminar todos a una.

CRÓNICA: Murcia Finest en Madrid

Tarde apática en la capital, con cielos grises y una lluvia asquerosa. Una larga cola dobla la calle Atocha. Cánticos, nervios, olor a alcohol barato y a cigarros aliñados que van cediendo según abren las puertas. Una vez dentro, Tweaz se encarama al escenario con los deberes hechos. Su último disco, ‘El Puzzle’, cobra vida entre los coros del público que se va enterando del nivel en el que juega el murciano. En sus ojos brilla la emoción del presente sobre el escenario y las ganas de no bajarse nunca. La manera de arrojar las frases se entrelaza con las vaciladas y el desparpajo que demuestra micro en mano. Chapeau.

Paran las luces y con dos virguerías en los platos que resultan sencillas para uno de los productores más importantes de nuestro país, comienza el delirio. Todos de oscuro saltan a la tarima como si de un corro se tratara. Intercambiando tramos y apoyando al compañero en los suyos, la gran familia estaba calentando motores con los temas más bastos de su primer EP conjunto ‘The Finest Stories’. En primera fila palpaban la energía de cada uno de ellos, que se iba contagiando poniendo a rebotar hasta el suelo de la Independance. La sonrisa de Sin H y el gesto chulesco de Orellana tras cargarse a tu artista favorito con dos barra, dejaban en evidencia que si, que estábamos en una noche para el recuerdo.

Piezas agarraba sus gafas de sol y traía al presente las pedradas de ‘Panorámica’, con temas como ‘King Kong’ o ‘Mi Lado Amable’. Sin H y Jaro hacían lo propio refrescando ‘The Boys Of Voice’ para volver a estar ‘Los de siempre’. No había vuelta atrás y con un público entregado a la causa perdida de disfrutar cada melodía se alcanzaba la recta final. Fusiones entre artistas que iban rotando, entrando y saliendo del corro. Pidiendo a Jayder el corte, bajando al suelo al público y poniendo a todos a saltar mientras Zurdo, Pardoh y Tweaz se abrazaban detrás de la tarima sabiendo que el objetivo estaba más que cumplido.

Así terminaba la gran familia su concierto. Bajando al público para saludar, abrazar y compartir momentos con todos los fieles de La Gran Familia. Solo conocen un camino, solo un camino. Pero es el bueno.