Respuesta a «El Trap desde un punto de vista filosófico» del filósofo Ernesto Castro
Por René Soto (@ReneAlcad)
Previamente, tengo que aclarar que lo que vas a leer es un mail mandado al filósofo Ernesto Castro (de ahí el estilo de redacción) a propósito de su conferencia «El trap desde un punto de vista filosófico». Recomiendo verla y no solo para comprender mejor el presente artículo. Además, tiene en su canal de YouTube dos entrevistas a C. Tangana y Yung Beef muy interesantes. Aquí os dejo la CONFERENCIA.
De entrada, tengo que decir que me ha parecido bastante positivo que un filósofo (con todo lo que ello puede implicar en el imaginario colectivo) decida interesarse por la cuestión del trap (o de lo que ya está llegando y/o venga después) no solo a través de entrevistas mainstream sino de una manera documentada y razonada, cosa que se ha visto en esta exposición. Considero que (y creo que en esto andaremos más o menos a la par) desde los que pretendemos transformar la sociedad es importante que nos dejemos de prejuicios y de lecturas fáciles sobre fenómenos de calibre con capacidad para influir en las conciencias, de ahí que intentar analizar este tipo de asuntos sea tan necesario para «entender al pueblo», un pueblo que no siempre es entendido por aquellos que se dicen los máximos representantes del mismo. En definitiva, pienso que tu labor es de agradecer y no está de más decirlo. Dicho lo cual, voy a empezar a reflexionar sobre algunos temas de la conferencia en cuestión .
Primeramente, agradezco las puntualizaciones históricas y musicológicas sobre el trap (las cuales ayudan a situar el fenómeno de mejor manera para analizarlo y como bien sabes dan una impresión de rigurosidad al oyente) y la cantidad de referencias líricas y estéticas a traperos nacionales a la hora de reflexionar, si bien considero que en ocasiones ves más de los «artistas« de lo que ellos ven realmente en ellos. Esto último no me parece criticable como tal, ya que la labor del que piensa también es ver algo en lo que otros no ven, inclusive en aquellos que crean aquello sobre lo que se piensa. De hecho, es desde esta última puntualización desde donde voy a tirar para tratar los temas del trap que más me interesan, que son aquellos que tienen que ver con la política y la sociología, y sin por ello desmerecer los demás.
¿Por qué digo que voy a tirar desde la idea de que «en ocasiones ves más de los «artistas» de lo que ellos ven realmente en ellos? Porque mi impresión general es que aunque rompes prejuicios de la que tú llamas «izquierda paleomarxista» y llamas (quizás sin quererlo) a la reflexión sobre tal asunto logrando sacar de él ideas positivas en lo político (podría hablarse en lo musical de que aporta mayor calidad musical y armonía al rap, pudiendo sacarlo de su nicho si no se resiste al «cambio»), considero que das la sensación de que pones en igualdad de peso a los argumentos negativos y a los positivos, lo cual no me parece acertado si hablamos de los efectos del trap. Claro que tiene una lectura a tener en cuenta la idea de que los expulsados del sistema por su condición de clase, raza, género, etc., quieran compartir los privilegios (si es que se pueden compartir todos por la propia lógica de un sistema que acaba con los límites de los recursos), claro que no es una música que vaya a agradar a la derecha convencional (sobre todo en el plano moral), claro que puede poner los problemas de los de abajo (se ve en canciones de Yung Beef, de Dellafuente, de la difunta Gata Cattana, etc) en el foco gracias a sus letras y demás cuestiones que has señalado, pero no veo que esto pueda ponerse en la misma balanza que las cuestiones negativas o digamos «peligrosas» de este género.
Antes de seguir tengo que decirte que me ha faltado esa reflexión tuya sobre como promueven posturas anarcocapitalistas de una forma nítida (en profundidad podría ponernos mucho más en sintonía a mi juicio), si bien has dejado caer algunos síntomas. Dicho esto, prosigo en el mismo sentido. Como he dicho anteriormente sobre la importancia de ver el trap de una manera más crítica, buscando sacar lo positivo del mismo y, simplemente, de que hay que describir un fenómeno importante, pasaré a defender por qué creo que pesa más «lo malo que lo bueno» y por qué sería más ecuánime calificarla, en última instancia, como música en mayor medida favorable al sistema de acumulación del capital.
Empezaré diciendo que me ha llamado la atención lo que has sacado a relucir sobre el aceleracionismo, cosa que ya me indicaste en el primer mail. Lo que sí tengo claro en este sentido es que el 99% de traperos que favorecen esa, digamos, muerte del sistema por la aceleración de la propia lógica suicida del mismo, en absoluto se plantean algo así, si bien sí que puedes encontrarte muchos con ese aura de decadentismo y de «ya que esto se va a la mierda, mejor disfrutar mientras podamos». Esto no me parece algo positivo sino lo contrario, ya que lleva consigo (junto a otros puntos que señalaré) una irresponsabilidad colectiva manifiesta, cuestión que de hecho te ha señalado un joven al final de la conferencia (final que por otra parte me ha parecido mucho más interesante a nivel de tus intervenciones que algunos puntos de la charla) . En este sentido considero que el trap transmite una individualización de los problemas peligrosa para buscar una respuesta colectiva a la difícil situación actual (no sé si estarás de acuerdo conmigo) por mucho que a partir de una charla sobre trap podamos ver que como bien dijo Adam Smith y tú apuntaste, «los vicios privados son virtudes públicas» (o séase, la idea de que el egoísmo personal trae el beneficio colectivo) y que de aquí se puede partir para organizar lo que está profundamente desestructurado. Además, aunque la exposición del lujo en sí como reivindicación frente a los de arriba tenga ese elemento «subversivo», no deja de ser ingenuo en tanto que para mejorar la situación general que permita acceder a «lujos» se tenga que rechazar una idea colectiva organizadora, por no hablar del rechazo (aquí no sé si coincidiremos) anarcocapitalista a un Estado garantista de los derechos del conjunto.
Otras cuestiones que de fondo no son tan brillantes como pueden parecer, son aquellas que tienen que ver con el feminismo, ya que aunque se de feminismo en mayor o menor medida en según qué artistas (veo más feminismo en Blondie perreando a un miembro de Afrojuice que en «Lo malo» de OT, aunque esto no me corresponde como hombre heterosexual hacerlo normal), es bastante probable que se encuentren muchas feministas (sin obviar las diferentes visiones dentro de dicho campo) que no vean mucho más empoderamiento que el físico (sin desmerecer todo lo que ello puede desencadenar, no olvidemos la «revolución» comenzada por Coco Chanel con su moda que acercaba a mujeres y hombres) , por no hablar de la cantidad de videoclips donde traperos o artistas de la música urbana hacen gala de un uso del cuerpo femenino en favor de sí mismos como si fueran auténticos rockstars. Ejemplos de ello hay muchos en todos los niveles, incluido (aunque en menor rango) al «esteta» (así es como se blinda queriéndolo o no de críticas) C. Tangana en el videoclip «No te pegas». En definitiva, no veo tanto avance en este campo como el que podría esperarse o presentarse.
Para acabar y habiendo hablado de dos de los puntales claves que a mi juicio el trap transmite, siendo estos individualismo y machismo (ideología al servicio de lo que ya conocemos), no me extenderé más (ya te dejo a ti si quieres responder, tampoco quería hacer algo excesivamente largo y tedioso) y reincidiré en esa reflexión que te comenté en el primer mail, reflexión que se corrobora con lo dado en esta interesante conferencia que me has pasado. Sigo viendo que, valiéndote de esos malestares que apuntas y que se generan en la derecha e izquierda convencionales, no terminas de ponerlo en un lado (el trap tampoco va a pretenderlo por boca de sus artistas) y considero que puedes tener los suficientes elementos como para poder hacerlo sin miedo a equivocarte. Pese a que podamos ver el trap como una «rara avis», no deja de ser un género nacido en la crisis (en que es la música de la crisis coincidimos completamente, lo habrás visto en el artículo que te pasé si lo has leído*) que, de hecho, es consumido masivamente por aquellos que han empezado a formar su conciencia dentro de la idea de que la economía no mejora y que las cosas van mal en su país y en el mundo (esto me parece muy importante) y que, en esencia, transmite una incapacidad de cambiar colectivamente la situación que ha de ser sustituida por el «sálvese quien pueda y si es con hedonismo de por medio mejor, e incluso irracionalismo y ese culto a la vagancia que comentabas».
En resumidas cuentas, creo que se puede situar al trap dentro de la derecha en tanto que música que a través de sus valores principales (sin desmerecer sus aspectos positivos) legitima quizás sin quererlo un estado sistémico similar e incluso peor que el actual, dándose una desconfianza en la fuerza colectiva como motor de cambio estructural o como mínimo de mejora de las condiciones de vida al referirnos al plano político. Considero que esto es lo que habría que decirse sin caer en la «crítica paleomarxista» que nos aleja del pueblo. Evidentemente, yo no puedo ni debo cambiar ni tus contenidos ni muchísimo menos tu forma de pensar, pero sí que creo que podría tener en cuenta algunas de las cosas que digo para como mínimo pensarlas y/o refutarlas. Considero que los intelectuales que buscan cambios en la sociedad» (si es que puedo meterte ahí) tendrían que apuntar más en el sentido que señalo y menos en la acrítica despiadada y en lo que me ha dado la sensación de ver en tu conferencia. Espero con ganas ver más en profundidad la idea que me transmitiste en el segundo mail porque seguro que podremos tener mucho más puntos en común que los que ya tenemos.