Opinión por Sandra López (@Entrearte_)
Recuerdo tener cuatro años y que mi hermana mayor me pusiera todos los días, cuando me levantaba y cuando me acostaba, ‘’Tengo un trato’’, de la Mala Rodríguez. Me pasaba todos los recreos tarareando la canción, y me daba una energía que pocas varitas mágicas habían conseguido en mi infancia. Sin ordenadores, sin videoclips, sin distracciones: simplemente una cinta de casete era lo que hacía llevar toda mi atención a ese ritmo y rimas con firmeza.
Hemos cultivado un panorama, en el que se engrandece la basura y se minimiza la calidad. Estamos trabajando una sociedad que prefiere ridiculizar a apreciar el valor de todo tipo de trabajos
Fue entonces, en mi décimo cumpleaños, cuando viendo un telediario, se comenzó a hablar en la sección de cultura de música, momento en el que le pregunté a mi madre que por qué no hablaban del rap, a lo que me respondió: ‘’porque en la televisión solo hablan de cosas importantes’’. Desde ese día, mi incógnita cada vez se comenzó a expandir más, sin llegar a entender muchos puntos de partida, como por qué se le otorgaba más importancia a un tipo de cultura, que a otra.
Con los años, la vida me ha cedido experiencia, el saber observar y sobre todo tener visión crítica. Y me ha servido para darme cuenta de dos cosas respecto al mundo del hip-hop en los medios convencionales: la primera, que es cierto que el rap casi no tiene sitio en las cadenas televisivas de nuestro país; y la segunda, que cuando se le crea un espacio, es para convertirlo en un circo con sus propios leones y acróbatas.
Vivimos en una sociedad hipócrita, en la que se aplaude al que impide, pero no al que lo consigue. Hemos cultivado un panorama, en el que se engrandece la basura y se minimiza la calidad. Estamos trabajando una sociedad que prefiere ridiculizar a apreciar el valor de todo tipo de trabajos. Nos están inculcando que la televisión es una representación de la esfera pública, de nuestros gustos y pensamientos, de las realidades.
Basta. Decimos basta a continuar tratando como circo a un género que se lleva cultivando en nuestro país desde los años 90, que ha traído tantos éxitos, experiencias, escuela y ganas de continuar superando. Porque el hip-hop o el rap, es algo más que un tío con ropa ancha y cadenas rimando sin ton ni son. El rap es un movimiento que une energías, experiencias y cultura; un género en el que se trabaja desde la primera hasta la última palabra que añades a tu receta, en el que entra en juego la voz, la mente y el cuerpo.
Creo que todo esto, el espectáculo que crean de él, el intento de ridiculizarlo, o la poca objetividad con la que se trata este género en cualquier cadena o ‘’programa’’ de televisión, ha creado una de las trincheras más revolucionarias en nuestros tiempos: los medios especializados, trabajando día a día por dar una información real y de calidad respecto al mundo del hip-hop en España. Y es que no es solo a los pioneros del rap en España o a los que actualmente continúan trabajando por y para el género, sino a seguidores de este género, a periodistas, incluso a padres que se han criado con rimas y métricas, nos avergüenza públicamente el espectáculo que montáis a base del sudor y la profesionalidad de muchas y muchos raperos de nuestro país.
¿Por qué no llevar a estos programas en los que se alimenta el circo, a raperos de verdad que puedan demostrar el trabajo y la cualidad que se requiere en este arte? La respuesta es fácil: porque no estáis preparados, (ni lo estaréis seguramente), para comenzar a trabajar la calidad como primer ingrediente de vuestras recetas rápidas.
Artículo por Sandra López (@Entrearte_)