EL V ELEMENTO

Toda una vida soportando cuñados

La opinión por Adrián G.Quintana (@Adri_DMC)

Aquel día llegamos tarde a clase. Iván y yo coincidimos en la puerta del instituto mochila en mano y no pudimos dejar la conversación para otro momento. Acabábamos de escuchar 21 cm de Duo Kie y todavía estábamos embobaos con Galería de Héroes de A3Bandas. No existía Whatsapp ni en mi casa había aún wifi, nos hubiera evitado alguna bronca de la profe de mates por la impuntualidad pero, sin duda, lo que tampoco había en aquel entonces era tanto entendido de la historia del hip hop con los que compartir gustos. Es por ello que Iván y yo nos jugábamos el parte de Doña Milagros -más buena que el pan- por intercambiar impresiones sobre nuestros artistas favoritos entonces.

Ahora eso ha cambiado, el WhatsApp me pone en línea cada 10 minutos y paso más horas con el wifi que con morfeo. Sin embargo, los que más han incrementado en número no son los megas, son los eruditos de la cultura hip hop. Vecinos y vecinas de las redes sociales que, tras años atrincherados en cuevas de pladur, se arman de valor tras un seudónimo de Twitter para mostrar al mundo sus años de dedicación y exploración del movimiento urbano. Se autodenominan ‘imparciales‘ a la vez que ponen en duda todos los pilares fundamentales de la cultura que dominan. Popularmente se conocen como ‘Cuñados’.

El ‘Cuñadismo’ es esa actividad made in Spain creadora de films como «no soy racista, pero…» o el laborioso «no tengo nada contra los homosexuales. Muchos amigos que los son». En su afán por no dejar de divulgar su conocimiento al resto de los mortales suelen interpelar en cualquier debate que se genere en las redes sociales, tanto para intercambiar vivencias personales como las de un amigo o compañero de trabajo ficticio. Cuñados. Todo es paciencia con ellos y se les puede identificar rápidamente en cualquier debate, pero cuando tocan lo tuyo la cosa se tuerce.

La semana pasada, ‘los cuñados’ de twitter emprendieron un debate sobre la ‘despolitización de la música rap’. Un intercambio de caracteres que llevaba intrínseca la justificación del rap de derechas, validar su aparición y dar vía libre al mismo. La situación se puso tensa cuando, desde el otro bando, varios artistas comprometidos, lanzaban dosis de conocimiento real obligando a los ‘cuñados’ a inventar nuevas películas: «antes era de izquierdas, pero ahora ha evolucionado y no entiende de ideologías» o, el clásico «los negros del Bronx no eran de izquierdas».

En aquella puerta del instituto, Iván y Adri -de 2007- tenían claro que estaban hablando de una cultura donde la tolerancia, el antifascismo y el orgullo de la clase humilde (pobre) eran conceptos integrados e indispensables. Cierto. El hip hop nunca dijo en sus inicios que fuera de izquierdas. Tampoco hizo falta. Lo que estaba claro es que desde los barrios pobres del Bronx, hasta los de Torrejón y Zaragoza donde se gestó el rap español, nunca se concibió un rap que fuera de derechas. Y, en el caso de que apareciese alguno, la cruz de toyako le impedía ganar fieles en España, teniendo que emigrar musicalmente a otros países.

Toda una vida soportando cuñados.

Artículo por Adrián G.Quintana (@Adri_DMC)

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